Cdad. Bs As., Buenos Aires, Argentina
Paciente estudiante o inquieto, músico en progreso o en decadencia, escritor amateur o poco profesional, mujeres en receso o en recreo

22 junio 2007

Rezongo, retoso, recivo

Rezongo entre cortinas
por los siete días sin contar
en el calendario que,
suelta pájaros y hojas
y dibuja cientos de ollas,
que no saben destilar.

Retoso en cocinas
entre utensilios para cortar,
y de un buen saque
revuelve contra los vasos
los pies y sus callos
que poco pueden pisar.

Recibo sobre las colinas,
los pedidos veo dispersar,
las aguas sin diques
los caballos sin pasos.
Como los rayos,
no se pueden mirar.

19 junio 2007

Tiempo

Este escrito es a raíz de una frase, como muchas otras, que se me ocurrieron algún día.

Tengo menos de un cuarto de siglo. Estoy en la edad, en la etapa, en la que soy un pendejo para muchos y un experimentado para otros tantos. Un adulto sin derecho de piso, sin casa ni pertenencias propias importantes ni futuro totalmente definido, o un adolescente con demasiadas pretensiones, demasiados logros, demasiadas poseciones y demasiado futuro.
En mis pocos años de existencia atravesé un sinfín de situaciones, las cuales alguien con diez años mas podría ser algo muy común, pero a esta altura no. Me forme en espacios que me mostraron valores, actitudes y formas, y en mi caso todo eso forma parte de una gran base de datos propia. Nada se descarta, pero se usa lo que se debe en el momento adecuado.
Nunca fui un dotado mentalmente, al punto de memorizar y memorizar, al punto de calcular inmediatamente números complejos, al punto de resolver problemas complicados. Nunca fui un dotado físicamente para manejarme en distintos ámbitos y ser el mejor de la clase de educación física. Nunca fui un dotado auditivamente para estar atento a todo lo que ocurriese, ni muy despierto para cantar una simple melodía. Nunca tuve mucha suerte, o mejor dicho "pasta", con las mujeres como para estar con una luego de estar con otra. No conocí muchos labios. Nunca fui dotado socialmente, pues siempre fui tímido, no apto para escuchar a los demás, ni establecer vínculos que me favorecieran en el futuro. Nunca tuve un quehacer económico que me permitiera darme caprichos por doquier, gracias a Dios.
Dicen que cuando era chico, era un torbellino, pícaro, sonriente. Cuando empecé mi época escolar, creo perdí todo eso. Ahora que estoy casi terminando mi época universitaria, creo que recuperé poco a poco esas tres cosas. En ese interín viví millones de momentos como todos, de los cuales paso a destacar unos pocos.
Cuando tenía cinco años, creo, tuve mi primer novia. Dicen que salimos de la mano juntos en el jardín. Después nunca más supe de ella. Creo que tampoco me interesaba. Que sabía yo que era una novia. Cuando tenía cinco años, creo, iba muy seguido al parque a ver musicales que se realizaban los fines de semana. Que se yo porque, pero se ve que me llamaba la atención. Cuando tenía que entrar a la primaria, mi mama me llevó a dos colegios del barrio. Ambos de la congregación Salesiana. Uno era más chico y el otro era enorme. Cuando mi mamá me pregunto donde quería ir, yo elegí el primero. Quien sabe porque, debe haber sido por la humildad.
Cuando estaba en la primaria, un día el maestro de música nos puso a todos mirando al pizarrón, y el detrás con la flauta dulce tocaba notas y todos teníamos que decir cual era. Fui el último en retirarme. Me pidió mi cuadernos de comunicaciones para avisarle a mi mama. No se para que, pero la acerté a todas con mucha suerte, ni siquiera sabía que eran las notas. Cuando estaba en la primaria un compañero en la escalera delante de todos me llamo "boliviano de mierda" y yo sin pensar y usando la lógica le respondí "argentino de mierda". Luego de eso todos en la escalera miraron sorprendidos, incluso la maestra. Ella se puso colorada y me reto, pero no me dijo mas nada. Al finalizar la primaria, un extranjero era abanderado de la bandera nacional.
Cuando tenía 11 años empecé en una Banda de Música. Empecé con un tambor con otros compañeros, los sábados a la noche. Cuando le dije a mi mamá que quería anotarme, me pregunto si estaba seguro, que tenía que ir siempre, que tenía que ser responsable, que después tenía salida algunos domingos y tenía que levantarme temprano, y no se que cuantas cosas mas. Después de preguntarme "¿Estas seguro?, me fui a anotar. Luego comencé a tocar la trompeta y en los ensayos debían llevarme otros chicos mas grandes a mi casa. Pero un día me fui solo, vaya a saber uno porque. Cuando me pregunto mi mamá, le dije que yo sabía como volver a casa. Cuando tenía 13 años, me dijeron si quería ingresar al conservatorio a estudiar. Estuve un año preparándome y luego lo hice. Cuando estaba por rendir, todos estudiaban en el pasillo y yo estaba sentado esperando que me llamen. No se si no practicaba por timidez o porque no lo necesitaba. La cuestión es que entré. Después no seguí porque el colegio técnico secundario no me daba los tiempos necesarios.
Cuando estaba en la secundaria mi supuesto mejor amigo en ese momento me molestaba y me molestaba. Un día me paré sin pensar y le di una "pequeña" palmadita en la espalda. No se porque se puso a llorar, pero a partir de ese día no lo fue más. Cuando estaba en primer años, el profesor de dibujo me puso un diez porque resultaba que hacía muy bien rayitas paralelas y perpendiculares. Cuando había empezado la especialidad de computación, un día me cansé de boludear en la clases de computación, la supuestamente mas importante, y se lo dije a las autoridades. El revuelo que se armó después fue mas importante. Cuando estaba en la entrega de títulos, elegí a una profesora que consideraba importantes para que entregaran el diploma. Esto otras personas no lo entendieron y no fue un lindo luego.
Cuando tenía 17 años me preguntaron si quería aprender a dirigir y yo no dije que no. Al poco tiempo dirigí por primera vez. También a la misma edad entré en una orquesta estudiantil. Cuando toqué un poco para otro chico en la sala, todos se dieron vuelta, no se si porque hice mucho ruido o porque era nuevo. Cuando estaba en 5to años, mi papa sufrió una serie de operaciones e internaciones graves y nunca de deja hacer lo que tenía que hacer por algún supuesto bajón anímico. Cuando tenía 19 años me hice cargo de una Banda de Música. Con ello los aspectos positivos y negativos de todo grupo humano, los objetivos y la responsabilidad de su funcionamiento.
Cuando tenía 21 años, y la mayoría de edad, me hice cargo del lugar donde trabajaba, para que no dejará de existir y de funcionar. Al año me cansé y me fui. Cuando también tenía 21 años, nació mi ahijado, el hijo de mi mejor amigo. Cuando tenía 23 años gané un segundo premio de composición sin antes haber cursado algunas de las materias de composición de mi carrera.
Durante mi años conocí muchas chicas, pero recuerdo solo algunas pocas, deberán ser cinco o seis. Siempre fueron etapas, cuando me enamoraba de una, me daba cuenta que podía volver a hacerlo. Hasta entonces, creía que esa era la única. De todas ellas, de pronto conocí una totalmente diferente a lo que yo creía que existía y totalmente coincidente con lo que uno supuestamente buscaba. Pero el destino quizo, aún ambos queriéndose, que no estuviesen juntos por un tiempo.
De todas las cosas que me sucedieron hubo dos sobre el final que me "enternecieron" o me ablandaron. Que me hicieron sentir nuevo, un torbellino, pícaro y muy sonriente. Un bebé y una mujer.
Son muchas cosas las que me me olvido, pero el tiempo que llevo y la cantidad de cosas que me pasaron me hicieron madurar de golpe, pensar más rápido, escuchar más atentamente, ser más ágil en los movimientos y un poco mas tierno y sociable.
Todos esto me lleva a decir una frase que cuando más tiempo pasa, más evidente se hace. Porque no se cuando sucederán las cosas, o si sucederán. Tampoco sé como, y luego como seguirá. Porque a veces no se comprende lo que falta y otras por lo que hay. Y uno no sabe como sorprenderse ni siquiera.
El tiempo toma sin pedir y devuelve sin avisar.

09 junio 2007

Soltad

Respestes y soles
mas control lidiado
luciérnaga sin sufragio
cortad la soga
y soltar al barro
sin retoques de vago.

Cortinas descendentes
desorbitantes y valientes.

Libro que se cierra
y emboca en una luz
que se descompagina
y retumba en la bañera
cuando se cierra la cortina.
y desorbita la tinta.

Cielos y silos
mas rotos y lividos.

Que el establo
ya no cierra
y la yegua ha escado
el caballo no tiene prisa
porque en su alcoba
hay mucha tierra.

Soltad al viento
cortar si miento.

03 junio 2007

Volvió un susurro (VIII)

No se han ido
ni despistados son
pues, no querían entrometerse
y dispersar cualquiera sea
la forma en la que pudieran hacerlo.

Y ahora han aparecido
con sus sonrisas picaronas,
ojos brillosos, sonrojosos,
los dientes titiritosos
y los labios susurrosos.

Se han dado cuenta
que el susurrador
necesitaba unas palabras
y entonces tocaron su puerta
para ser dictadas,
impacientemente cobijadas,
pues el susurrador
las tenía bien guardadas
en su cajón del corazón.

Se sentaron los susurros
y escucharon con atención
moviendo sus piernitas
como los niños
inquietos de salir a cantar
o corretear su habilidad,
su inquietante arte
de susurrar.


Escucharon a su compinche,
el susurrador, y tomaron nota.
Luego se juntaron
en murmullos juguetones,
se rieron, discutieron
y concluyeron a cuatro estrofas
de un solo verso.

Y cuanto estaban deletreándose
comenzaron a sonrojarse
y se les achicó el espacio
donde seguir, donde continuar,
pues se habían timidado
como los niños tras un arbol.

Aquí van los alegres
pero timidos,
contenidos pero
ciertamente sabridos,
versos con aroma a besos.

Suave se siente
lo que no se puede describir,
aspero se surca
lo que no se quiere sentir

No hay forma de evitar
lo que se siente, ni
de asentar lo que se miente.

Se puede dispersar el aire
porque para ello está.

Se chocan los aires porque se quieren.

Entonces los susurros,
terminado su comentido
y estando el susurrador
inquieto en otra habitacion,
salieron corriendo
como una tromba, despedidos
y tocaron timbre en el destino.

Allí se apareció quien sabe quien,
pues los susurros cuando volvieron
estaban con cara de asombrados.
Nunca creyeron que era tan cierto
los cuentos que susurrador
les contaba acerca de ello.

Pues eran ciertos, cuando llegaron,
uno tenia un beso.
Era el que estaba atras de todo
escondido, ruborizado y
ciertamente alterado.

Los susurros se abrieron
y quedo el último, colorado.
Miro al susurrador y le dijo:
esto me ha mandado.

a VA