Cdad. Bs As., Buenos Aires, Argentina
Paciente estudiante o inquieto, músico en progreso o en decadencia, escritor amateur o poco profesional, mujeres en receso o en recreo

13 agosto 2007

Perdidas, decisiones, ideas

Hacerse la idea de que podrías perder a una persona querida tomando una decisión, te hace sentir como si estuvieras saltando convincentemente desde el muelle -con sus minimamente cinco metros de alto- para luego echarte a nadar hasta una orilla nuevamente (si llegás), subir y pasar caminando cerca del muelle, mirándolo desde lejos y pensando: "cuando te dejé, cuando mis pies se desprendieron, no sabía si volvería a verte y a sentirte". Hacerse esa idea causa escalofríos. Llevar a cabo la idea, te hiela el corazón.
Tomar una decisión equivale a ... no tiene equivalencia a nada, todo en la vida es una toma de decisiones. Hasta dejarse llevar por la suerte es una toma de decisión, haber decidido dejarse llevar por la suerte. Creer que lo que te sucede no es culpa tuya es una decisión, tu decides creer eso y no otra cosa. Olvidarte de algo es una decisión, sino te hubieras acordado. Pero hay decisiones que pueden determinar un desencadenamiento de decisiones incontrolables. Un efecto atómico, que solo puede ser frenado por otra decisión.
Es el caso de un ser querido, demasiado querido. Es el caso de un ser distinto, increíble. Por eso mismo, poco creíble a uno mismo de haberlo encontrado (a ese ser). Simplemente que a veces para no perder a un ser querido se debe perderlo por un tiempo. Y eso es una toma de decisión. Alguien preguntaría: ¿cómo haces para decidir perder a tal?. Difícil de responder.
Para perder a alguien por propia decisión primero tienes que evitar todo contacto (teléfono, internet, calle). Ese es el primer paso, el cual no es muy difícil. Solo tienes que decidir no hacer tal o cual cosa. El segundo paso se trata de controlarte cuando quieras corromper el primer paso. Pues de ese modo estarías haciendo un retroseso en la toma de decisiones. Una involución atómica. Controlarse a uno mismo es complicado. Controlar a los demás es una tarea que ejercemos diariamente, pero controlarse no. Pues, este es el momento en el que aprendes. Al principio fallas continuamente, yendo del paso uno al paso dos constantemente, durante un prolongado tiempo. Pero llega un momento en que ese traqueteo de un lado a otro, cansa. Entonces es cuando tu decisión, la de dejar de ir a venir se hace presente. Decides aplicar y llevar a cabo, has aprendido a controlarte e inmediatamente pasas al paso tres.
El paso tres consiste en tratar de borrar de tu cabeza todo recuerdo de tal persona. Si hay cuestiones materiales, tratar de eliminarlas. Las mas difíciles son los compartimentos sentimentales. Aquellos donde se acumulan cuestiones compartidas entre ambos. Esas son las últimas en intentar vaciarse. Este proceso se parece mas a un desalojo de vivienda. Tu eres esa familia necesitada, que sabes que estas ahí ocupando un sitio que no es tuyo. O quizá si es tuyo. Quizá si te pertenece, porque en el fondo los espacios son aptos y abiertos a cualquiera. Pero en fin, no todos ven eso y por ello (sumado leyes y costumbres) proceden al desalojo. El desalojo es justamente un decisión contra tu propia voluntad.
Una vez concluida la tarea de autodesalojo ya estas exhausto, cansado física, mental y sentimentalmente. Y es muy probable que halla quedado polvo, elementos y cosas olvidadas y tiradas. Es posibles que no halla podido sacar todo. Y entonces la última etapa comienza. Se trata de irte definitivamente, se trata de tomar la decisión final, la que por tu bien y la del otro, pueda generar un final pacífico a tu alma.
Pero es justamente esto último lo que no es posible de lograr. Primero, el alma no tiene fin y segundo, aún tratando de ser pacífico, siempre existe un poco de violencia en uno mismo. El hecho de generar es algo muy conmovedor, pero algo incoherente. Generar también es una decisión, es decidir realizar determinado acto para producir determinada cosa.
Ese acto se llama olvidar. Y la producción se llama paz.
Cuando ha pasado un largo tiempo y el proceso culminó satisfactoriamente (según crees), poco a poco empiezas a extrañar esos momentos en los que hacías todos los esfuerzos por cumplir al pie de la letra cada paso, y comienzas a recordar.
Recuerdas cuando tomaste la decisión por primera vez y dijiste: "No creo poder lograrlo". Recuerdas cuando te cansaste del vaivén y dijiste: "Me canse, ahora si". Recuerdas cuando empezó el desalojo paulatino, que al principio sacabas cosas de manera despiadada porque sobraba el espacio en los conteiners, pero que luego no sabías donde meter tantas cosas. Te estabas dando cuenta de que eran demasiadas y muy valiosas las que estabas o intentabas tirar. Pero en ese momento, a mitad de camino, decías: "Ya es tarde para pegar la vuelta, ten fuerza para seguir". Recuerdas que empezaste a esconder tales cosas por cualquier lugar, donde solo tu supieras donde estaban, para ir a buscarlas en algún momento, recuperarlas y tirarlas en otro lugar. Y recuerdas cuando pensaste que habías terminado, veías toda aquella construcción barrida y decías: "Ya no tengo mas trabajo aquí, es hora de irse". Y comenzabas la caminata, lenta, larga, silenciosa y cada tanto dabas vuelta la cabeza para ver por última vez ese espacio. Pero cuando ya estas lejos, aunque te des vuelta, ya no lo ves mas.
Y cuando finalmente estas demasiado lejos y extrañas lo que hacías, vuelves corriendo para terminar el trabajo. Y cuando llegas y ves que tiene un cartel de "vendido", lloras desconsoladamente. Te sumerges en el pasto de enfrente y quieres ahogarte entre tus lágrimas. Y te das cuenta que debes estar mas de un mes para llenar ese hueco y quedarte burbujeando bajo tu lecho de agua sal. Entonces decides esperar hasta la noche. Nadie te ve, y entras. Empiezas a buscar en todos los lugares donde habías escondido todo eso que era grande y no cabía en los remolques, para tomarlos definitivamente y tirarlos en el lugar mas próximo que puedas. Haces un descalabro, y cuando al fin estas afuera con todo eso, te das cuenta de que es imposible tirar todo eso. Y recuerdas nuevamente que el paso tres no se trataba de hacerlo, sino de intentarlo. Y te golpeas la cabeza por haber diseñado tan mal el plan, todo por un simple verbo. Pero esa fue tu decisión. Tu decidiste intentar y no hacer definitivamente.
Y cuando vuelves en si mismo, te das cuenta de que tras toda esa montaña puedes hacerte la idea de recuperar a una persona con el simple hecho de tomar un decisión. Mientras tanto trata de ser paciente, porque desde un polo al otro, debes atravesar bosques, desiertos, ríos, mares, y nunca sabes si te quedas a medio camino, si vuelves, o si llegas al final. Porque no sabes que solo llegando al final puedes volver a retomar lo que dejaste alguna vez.
Las decisiones que duelen solo requieren de paciencia infinita para comprenderlas. El tiempo se encarga del resto. Eso también es una decisión.

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